Pavana de Fauré
Orquesta y coro de Requena dirigidos por Francisco Melero
Cuarteto de guitarras Mezzanotte
Orquesta NHK dirigida por Vladimir Ashkenazy
El compositor
francés Gabriel Fauré creó en 1887, para uno de los conciertos de verano que
iba a dirigir Jules Danbé, la Pavana op. 50 para una pequeña orquesta formada
por cuerdas, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes y 2 trompas. Desde su
estreno en 1888 disfrutó de éxito y de la misma obra el compositor hizo
diversas transcripciones, añadiendo un coro o convirtiéndolo en un espectáculo
coreográfico. También se han hecho transcripciones para flauta y piano, para
flauta y guitarra o para 4 guitarras.
Las tres
versiones que hemos escuchado son distintas porque están interpretadas por
agrupaciones diferentes, y también porque en cada caso se han tomado decisiones
diferentes en cuanto al tempo. En los demás aspectos (ritmo, compás, melodía,
armonía) la obra no sufre transformaciones significativas, manteniendo ese
carácter delicado de su melodía principal y de sus armonías sugerentes.
La
interpretación que hace la orquesta filarmónica de Requena, que dura alrededor
de siete minutos, permite saborear los distintos timbres por los que fluye la
melodía principal, primero flauta, luego oboe y más tarde el coro doblado por
la cuerda. Sabiendo que la parte del coro fue añadida después de terminar de
escribir la obra no es de extrañar este hecho, es decir, su dependencia de la
melodía instrumental, aunque en otros momentos la melodía coral aporta un
contrapunto eficaz que aligera la reiteración melódica. Buena la versión de
esta joven orquesta, concentrada y solvente, no tanto su coro, muy voluminoso y
por ello algo impreciso en algunos pasajes.
La segunda
transcripción que escuchamos es la única de las tres que no realizó el propio
Fauré o, al menos, no hay datos sobre ella. Presenta, según mi opinión, algunas
deficiencias. En primer lugar, el desigual volumen que tiene la melodía en
algunos pasajes. No parece que haya un equilibrio sonoro entre el
acompañamiento y la melodía principal puesto que están sonando con una
intensidad parecida. En segundo lugar, aunque el acompañamiento de guitarra es
muy efectivo, la melodía cuenta con elementos que una guitarra difícilmente
puede dar como son los trinos, que en la versión orquestal hace fácilmente la
flauta. La elección del tempo tampoco ayuda a este último aspecto puesto que si
lo hubieran ejecutado más lento habría sido más fácil de interpretar. A pesar
de estas dificultades la versión de cuatro guitarras produce en ciertos
momentos una sonoridad delicada y relajante.
La versión
original para orquesta interpretada por la NKH Symphony Orchestra de Tokio
muestra con la primera una notable diferencia de tempo. Da la sensación de ir
un poco acelerada al principio, quizás por haberla escuchado después. Este
allegro tiene la ventaja de ofrecer una versión más compacta que alivia, en
parte, las continuas apariciones de la melodía. También posibilita la aparición
de ritardandos cosa que en la primera versión no se podría hacer por ser tan
lenta. La interpretación que hace la orquesta sinfónica de Tokio posee un
equilibrio sonoro que no poseen las dos anteriores, donde sus instrumentos se
funden con facilidad. Sin embargo, después de escuchar la versión con coro se
echa de menos, sobretodo en aquellos pasajes donde aportaba algo distinto. No
parece que tenga solo esa función de acompañamiento que le había otorgado el
compositor francés.
En resumen,
tres interpretaciones de tres transcripciones de la Pavana, cada una
produciendo su propia atmósfera y seguro que se producirían muchas más con
otros tipos de instrumentos. La esencia de la obra resalta en todas ellas y eso
prueba el buen hacer compositivo de Fauré, que se vio sorprendido por la
calurosa acogida que tuvo.
Comentarios
Publicar un comentario